11 abril 2014

Cuando la noticia no es un buen reflejo de la realidad

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Los estudiosos de la comunicación que han abordado la definición de noticia coinciden en partir de que es la narración de un hecho. Se le exigen requisitos como que sea verdadero, novedoso y de interés general, pero la noticia requiere un acontecimiento previo del que esta sería su reflejo más o menos exacto. Sin embargo lo cierto es que la relación de las noticias con los hechos da lugar a distintos fenómenos que hay que tener en cuenta para valorar la importancia real de una información y protegerse de intentos de manipulación y propaganda. Veamos algunas de estas relaciones problemáticas.

Ser noticia, es noticia
Una noticia no deja de ser un tipo más de hecho, por lo que la materia prima de una noticia puede ser ella misma. Se pudo ver en el reciente caso del supuesto avión caído al agua en Canarias, que resultó ser un barco grúa. Que los servicios de emergencia atendieran una falsa alarma no hubiera pasado de breve local si no hubiera sido porque se difundió la información errónea del accidente, convirtiendo así una noticia falsa en otra real.
Que un acontecimiento adquiera el estatus de noticia al ser difundido en los medios cambia inevitablemente las características de ese mismo acontecimiento, cómo se percibe y cómo se valora. "Salir en prensa" se convierte en un fin en si mismo.

Las noticias son noticia
Más común es construir noticias sobre otras noticias, y cada vez más sobre declaraciones en vez de sobre hechos. Las réplicas y comentarios se amplifican y crean una nueva realidad que llega a hacer olvidar el suceso inicial. La "opinionitis" y la información de trinchera son dos grandes aliados para que se pase de hablar, pongamos, de la respuesta del PSOE a la actuación del PP, por más que nadie dude de que será crítica, en vez de explicar qué ha hecho este último.

El anuncio del hecho es tanta noticia como el hecho
Una editorial organiza la presentación de un libro en Oviedo, el día X a las 19.00 horas y con ese motivo el autor es entrevistado el día anterior y por la mañana en distintos medios regionales. Pero a la hora prevista, no hay asistentes y el acto se suspende. Sin embargo, aunque no llegue a realizarse, ningún medio lo señala al día siguiente; no solo es que la presentación se haya celebrado para cualquiera que consulte los medios, es que la convocatoria ha bastado para el objetivo de promocionar la obra. El ejemplo lo cita Carlos G. Reigosa en un artículo publicado en la revista Cuadernos de periodistas, como muestra "de cómo se diluyen los límites entre lo real y lo virtual y lo difícil que es establecerlos (...) depende incluso de la hora del día".
En su forma más común, la realización de un acto (poner una denuncia, por ejemplo) se sustituye por su anuncio. Que esta denuncia llegue a presentarse o no, o que luego sea admitida tiene menos importancia; con la ventaja de que el anuncio se puede preparar y programar mejor para lograr la máxima difusión.

La cara destacada del hecho oculta a las demás
Los incidentes violentos de una manifestación ocultan su éxito o las razones de los asistentes; el anuncio político más publicitado hace que se obvien medidas de más impacto para la ciudadanía; la anécdota curiosa en un congreso eclipsa lo debatido... La objetividad periodística existe, pero la selección del titular supone enfocar un aspecto de la realidad y mantener en la sombra otros.


Ciertamente todos estos casos se pueden comparar con los efectos secundarios de una medicación y decir que son inevitables y que merece la pena sufrirlos para estar informado; pero son también puertas para pervertir la información y en donde periodistas y ciudadanos deben vigilar la entrada.


(Imagen: Pintura anamórfica de Julian Beever. Fotografía de Roslan Tangah, publicada en Flickr bajo licencia CC-by)

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