04 agosto 2014

Propaganda disfrazada de información

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Según reza  la ley de Godwin: "A medida que una discusión en línea se alarga, la probabilidad de que aparezca una comparación con los nazis tiende a uno", aunque lo cierto es que en muchos debates se parte ya de la comparación con los nazis (o los terroristas u otro símbolo del Mal absoluto) y se cierra de entrada cualquier argumentación. No deja de ser irónico que este comportamiento sea un claro uso de alguno de los llamados Principios de la propaganda nazi, muy populares en internet.
En mi opinión, estas once citadas técnicas no son más que fórmulas clásicas de la propaganda y la publicidad y se pueden ver en el discurso de cualquier partido político o agente social o los comunicados y campañas de todas las empresas. Pero se convierten en manipulación cuando se abusa de ellas en cantidad y calidad, cuando estas fórmulas sustituyen al debate racional y se aplican en cualquier ocasión, distorsionando cualquier dato objetivo. Pero si es triste verlo en los usuarios de foros y redes sociales y muy preocupante que lo hagan los representantes públicos, peor es comprobar cómo estas citadas tácticas se quieren hacer pasar por información y se cae en lo que Emil Dovifat llamó "periodismo totalitario".

Los rasgos del periodismo totalitario
Dovifat definía esta perversión de la información porque "se introduce directamente en el cuerpo de la noticia su valoración política, al mismo tiempo que se sirve de términos difamatorios o ambiguos para condicionar arteramente la reacción emotiva del lector". Puede decirse también que las noticias se presentan como columnas de opinión, y estas como aquellas; pero además como columnas que recurren a las peores armas de la propaganda, bien denunciadas por los estudiosos.

Las tácticas divulgadas como Principios de la propaganda nazi son en verdad una síntesis de las ideas presentadas por Jean Marie Domenach en su libro La propaganda política, que estudia también su aplicación por partidos fascistas, comunistas e incluso en democracias. Se resumen en estos once principios básicos:
-de simplificación y del enemigo único. Adoptar una única idea o persona que simbolice el enemigo.
-del contagio. Reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo.
-de la transposición. Responder el ataque con el ataque o desviar la atención hacia otras noticias.
-de la exageración. Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave.
-de la vulgarización. Redcucir cualquier problema complejo al razonamiento más simple posible.
-de orquestación. Repetir de forma constante las mismas ideas, aunque variando la presentación.
-de renovación. Emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos.
-de la verosimilitud. Construir argumentos plausibles a base de informaciones fragmentarias.
-de la silenciación. Acallar sobre las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias desfavorables.
-de la transfusión. Partir de odios y prejuicios tradicionales y arragiados.
-de la unanimidad. Presentar la postura propia como la de todo el mundo.

Con similares intenciones, Hannes Maeder, citado por José Luis Martínez Albertos en su obra Redacción Periodística, en El lenguaje en el Estado totalitario resumía los siguientes rasgos.
-predominio de la oratoria y, como consecuencia, estilo declamatorio, tipo arenga.
-propagandismo triunfalista.
-ideologización constante, falseamiento y deformación dialéctica de los conceptos, desprecio por la lógica.
-exagerada abstracción y desmedida pretensión científica.
-obsesión estimativa y apasionada.
-consignas mágicas.
-tensión agitadora.
-prevalencia del super-yo (representación de los valores morales y éticos particulares).
-formulismo partidista.
-pretensión de poseer la verdad absoluta.

Periodismo contra propaganda
Estas listas son una útil guía para el periodista, tanto para denunciar a quienes las practiquen, como para valorar cualquier texto presuntamente informativo: ¿Se convence al lector con hechos y razonamientos o con frases hechas?, ¿se suministra al lector material para que forme su propio juicio?, ¿se apela  a los sentimientos melodramáticamente?, ¿se oculta información pertinente?
Desde luego, una de las funciones del periodista es defender con su trabajo las ideas que crea justas, pero siempre partiendo de la idea de que la información veraz tiene más fuerza y utilidad que la propaganda. Domenach en su libro también defiende esta idea y cuenta este ejemplo: "... Pudimos comprobar en el maquis que los diarios de la Reistencia y las emisiones de la BBC despertaban menos interés... Esta comprobación hizo que un oficial decidiera divulgar un boletín mimeografiado que se limitaba a dar, objetivamente, una visión sintética de la situación, basada en las informaciones recogidas en todas las emisoras... Aunque la esperanza de la victoria se afirmaba siempre, no se disimulaban los aspectos sombríos... El efecto de este boletín en la moral de los combatientes clandestinos fue muy superior al de los diarios impresos por la Resistencia".


(Cartel estadounidense de la II Guerra Mundial. Autor: Jack Betts. Publicado en Wikipedia bajo licencia CC-by)

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