12 diciembre 2014

Cinco principios de la verificación en periodismo

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La noticia de que la revista Rolling Stone ha reconocido su error al publicar un reportaje sobre una falsa violación (al menos tal como se relata) en la Universidad de Virginia ha vuelto a poner de actualidad uno de los problemas clave del periodismo, la verificación. Es decir, la necesidad de comprobar la realidad de la información y los medios y problemas para hacerlo. En este caso concreto se explica que el error estuvo en confiar exclusivamente en el testimonio de una sola fuente, la supuesta víctima, y no comprobar su versión; pero la verificación es una tarea bastante más compleja que buscar siempre dos fuentes independientes. En Los elementos del periodismo, Bill Kovach y Tom Rosenstiel la califican como una disciplina en el trabajo del periodista y señalan cinco ideas en las que debe basarse para conseguir lo que considero la mejor definición de la labor de verificación: "Un periodista debe creer ciegamente en nada de lo que oiga, en la mitad de lo que vea y en todo lo que escriba".

No añadir nada
Una de las tentaciones del periodista es inventar algún elemento en su historia para hacerla más completa o atractiva, por ejemplo un testimonio o un detalle de ambiente. Walter Lippmann escribió que en los errores de prensa se repetía constantemente un patrón: "una ficción que intensifica la carga dramática de la historia", algo de lo que se acusa a nombres tan prestigiosos como Ryszard Kapuściński y Gabriel García Márquez. Por muy plausibles que sean estos añadidos hay que rechazarlos, como garantía ante el lector de todo el trabajo periodístico y como autoexigencia profesional para no caer en fallos más graves.
Por las mismas razones, el ideal es que todos los datos de la noticia puedan pasar el filtro de los correctores de New Yorker, famosos por su obsesión por la precisión. Como ejemplo, Jon Lee Anderson cuenta que en un reportaje que elaboró en Afganistán describía un jardín con petunias, pero los correctores hablaron con un botánico que aseguró que esa flor no crecía en la zona por lo que el texto publicado dice "flores rojas".

No sugerir
En palabras de Kovach y Rosenstiel, “no hay que inducir al lector, oyente o espectador a una interpretación errónea de los hechos”, algo que se puede hacer con los datos más veraces. A veces el problema está en las connotaciones y sentimientos que evocan las palabras o imágenes, pero la mera selección de un elemento concreto ya puede introducir interpretación. Así, en El estilo del periodista, Álex Grijelmo destaca lo ilegítimo de yuxtaponer dos hechos, sugiriendo así causalidad, con el ejemplo de un periodista que en una pieza sobre una explosión en un edificio añadía que poco antes había pasado un avión a baja altura.

Ser transparente
Con este término los autores se refieren a la necesidad de explicar las vías por las que se ha obtenido la información. “En la práctica, -señalan- la única manera de ponerse al mismo nivel del lector es revelarle nuestras fuentes y métodos en la medida que nos sea posible. ¿Cómo has sabido lo que sabes? ¿Quiénes son tus fuentes? ¿Hasta qué punto conocen los hechos de primera mano? ¿Son imparciales? ¿Existen testimonios contradictorios? ¿Qué no sabemos? Podemos llamarla Regla de Transparencia. Nosotros la consideramos el elemento individual más importante en la elaboración de una disciplina de verificación más concienzuda”.
Este es el punto que habitualmente se identifica con la verificación, aunque Kovach y Rosenstiel introducen un matiz importante: No basta con que el periodista se asegure de que lo que cuenta es correcto, debe explicar esta seguridad a su público.

Ser original
No limitarse a reproducir comunicados y declaraciones sino trabajar los temas por uno mismo debería ser una premisa básica, pero lo cierto es que los periodistas repiten acriticamente la información que les llega, lo que da lugar a toda clase de errores.
En el nivel más básico, son abundantes los ejemplos de erratas en notas de agencia y documentos oficiales que se repiten en todos los medios, aunque el error sea obvio. En otro nivel, este es el grave fallo del periodismo de declaraciones, que se limita a reproducir intervenciones de autoridades sin analizarlas ni cuestionarlas. El ejemplo clásico es cuando la prensa estadounidense publicó unánimente la lista de 205 comunistas que trabajaban para el Estado presentada por el senador McCarthy; la noticia real era que un senador estaba mintiendo y manipulando, pero los periodistas se limitaron a repetir sus palabras y ayudaron a desarrollar la época de la caza de brujas.
Y cabe incidir en que esta exigencia es aplicable también cuando un medio recoge una noticia publicada en otro. Comentando el caso de Rolling Stone y la falsa violación, el blog Clases de Periodismo señala: "Atacar a la periodista y al medio cuando cometen un error es muy sencillo, pero es preciso reconocer que esta historia fue reproducida, explotada y dada por cierta por decenas de medios que no verificaron, a excepción de unos pocos".

Ser humilde
Citando de nuevo Los elementos del periodismo, los informadores "no sólo deben mostrase escépticos acerca de lo que oyen por boca de otros, sino, y esto es igualmente importante, ante su propia capacidad para averiguar el verdadero significado de un suceso o de lo que realmente importa en una noticia determinada”. Esta actitud implica el difícil ejercicio de no abordar la noticia a partir de los propios intereses o ideología, haciendo que los hechos se acomoden a ellos. Volviendo al reportaje de Rolling Stone, Yolanda Monge cuenta en El País cómo la autora reconoció haber visitado varios campus buscando un caso que ilustrara la idea de que abundaban las violaciones y que cuando encontró una fuente que encajaba en su enfoque aceptó sus peticiones, como no contactar con los violadores, por lo que la redactora de El País concluye: "El periodista no puede tener la historia escrita en su cabeza sin haberla siquiera reporteado".
La humildad implica también reconocer y corregir los errores que se produzcan, algo ante lo que los periodistas pueden ser reacios, pese a que rectificar es una garantía ante el público. En palabras de Craig Silverman, "una corrección es un acto de promoción para que las personas confíen más en ti".

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