20 febrero 2015

El periodista ante las catástrofes

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Los desastres y emergencias son noticias de especial relevancia; sobre todo por su especial carga emocional, aunque responden plenamente a los criterios de noticiabilidad más repetidos como novedad, imprevisibilidad, evolución futura de los acontecimientos y cantidad de implicados. Pero precisamente estos rasgos hacen que sean temas especialmente difíciles de tratar. "Es responsabilidad de la prensa informar con una visión de respeto hacia las víctimas y con un carácter noticioso que procure soluciones y aliente la prevención. Estas informaciones deben llevar un referente ético y científico con el fin de trascender la sensación de alarma" señala la Organización Panamericana de la Salud (OPS), editora de una guía sobre este tema: Manual periodístico para la cobertura ética de las emergencias y los desastres.
El respeto por los afectados, la calidad u ofrecer información de servicio son problemas importantes a los que se tiene que enfrentar el periodista que cubre estos sucesos, aunque evidentemente están presentes en cualquier noticia con víctimas por lo que los consejos que da este manual son de interés no solo en casos extremos como un terremoto o una inundación.

Testimonios
Los testigos y supervivientes de cualquier emergencia experimentan efecto psicosociales como la tendencia a sobredimensionar el hecho, que además se puede ver reforzada por la presencia del periodista. "Así que antes de hacer la entrevista, piense en cómo contrarrestará el alarmismo así como los datos poco rigurosos y hasta contradictorios que obtendrá de esa persona afectada. En la medida de lo posible, trate de explicarle a la persona entrevistada las consecuencias de las declaraciones que dará y promueva un contacto previo antes de ponerle un micrófono".
El testimonio de quien ha sufrido pérdidas importantes en una catástrofe no tiene que ser el único modo de informar. En todo caso, a la hora de hacer una entrevista de este tipo hay que ser especialmente sensible. La OPS señala: "No reproduzca aquellos detalles innecesarios y además muy íntimos de la manifestación de un dolor de ese tipo. Jamás se aproveche de esa situación para obtener información y armar una historia cargada de dramatismo propia de la ansiedad o la histeria que enfrenta la víctima". El periodista debe tener también en cuenta que las sensaciones "de pérdida, frustración y hasta pánico" pueden tardar mucho tiempo en desaparecer.
Reflejar la situación que viven los afectados sin victimizarlos todavía más es especialmente importante cuando se trate con colectivos sensibles como ancianos, personas con discapacidad, inmigrantes o niños.

Imágenes y palabras
La primera norma es evitar las fotografías y tomas de vídeo de primer plano de cadáveres, víctimas o familiares que pasan por el duelo; pero el manual citado también recuerda que se puede acentuar la carga dramática con otros recursos como "la cámara lenta y la musicalización".
Otro problema posible está en el recurso constante a las imágenes de archivo, que dan la sensación de que el desastre sigue como el primer día. Por ello, hay que impulsar la publicación "de imágenes sobre la mejora, la reconstrucción y el trabajo de la ciudadanía, las familias o la persona afectada por volver a su vida cotidiana". En caso de emplearse imágenes catastróficas hay que ser conscientes de que reavivan el sufirimiento, por lo que hay que evitar que sean identificadas con historias de personas particulares.
De la misma manera, no hay que olvidar la carga semántica del lenguaje y las connotaciones que transmiten las palabras. Por ejemplo, insistir en el término ”damnificados” puede transmitir una sensación de inacción personal y de gente que solo espera ayuda.

Enfoques variados
Los daños y las acciones de intervención inmediata son, sin duda, el principal aspecto noticioso; pero no el único. Importa también informar de los esfuerzos ciudadanos y de las personas voluntarias y de la solidaridad con quienes se enfrentan a la emergencia (hablar de la solidaridad facilita las respuestas ante las necesidades básicas). Entre las fuentes científicas, no olvidar a los psicólogos ni incluir mensajes valores como sosiego, recuperación de la iniciativa personal y promoción de la autoestima.
Un principio básico es evitar difundir rumores e informaciones no contrastadas, que pueden ser especialmente perjudiciales. Los organismos y comunicados oficiales no pueden ser tampoco la única fuente, pero siempre serán una de las principales y las cifras sobre los efectos y víctimas deben partir siempre de una fuente oficial identificada.
La OPS destaca el importante papel que juega un periodismo de servicio, que va más allá de la divulgación de cifras de víctimas y daños materiales. "Facilita información que ayuda a la población a saber cuáles son las medidas en el plano individual, el hogar, el trabajo y la comunidad. Investiga la capacidad respecto a los servicios de atención, la aplicación de los lineamientos de atención o los recursos necesarios para enfrentar el evento. Orienta a las comunidades y se interesa en los aspectos que podrían dificultar la respuesta a la emergencia y al desastre, tales como cultura, economía, política y hasta geografía".
Estas ideas son especialmente importantes en la cobertura de la recuperación, el control de las actuaciones públicas y privadas, reflejando los avances y los retrasos, así como las medidas para evitar que se repitan.
Y no hay que olvidar tampoco que el tratamiento informativo de las catástrofes incluye preverlas informando sobre las políticas, directrices y recursos de actuación, las posibles causas, la comparación con otros países... En estos casos, el periodista debe tener un objetivo claro: Alertar, no alarmar.


(Fotografía de Manuel M. Almeida. Publicada en Flickr bajo licencia CC-by)

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