03 septiembre 2014

Contar la noticia rápido, ¿hasta qué punto importa?

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La novedad y actualidad de un hecho constituyen la esencia de la noticia, su ADN, de lo que deriva, como necesidad lógica, que periodistas y medios informativos tengan como una de sus prioridades contar el hecho lo más rápidamente posible y adelantarse a sus competidores. Máximas del tipo "Ser siempre el primero" se repiten constantemente en manuales, lemas empresariales, memorias de reporteros... Pero finalmente, ocurre que a veces se le da a la rapidez, a la exclusividad, a la simple comunicación de lo más reciente un valor hipertrofiado.

¿Justifica la actualidad el descuido de otras bases de la noticia?
Cualquier teórico o practicante del periodismo aceptará que confirmar y comprobar los datos es siempre una obligación ineludible antes de publicar cualquier noticia. Pero no es difícil ver cómo en aras de contar lo más actual se sacrifican la profundidad, el contexto y hasta la buena redacción. A modo de ejemplo, Heraldo de Aragón publicó, el pasado julio, la siguiente media columna sobre un herido en accidente (la copio íntegra, pero puede consultarse el original).
"Un hombre de alrededor de 30 años resultó herido de gravedad el pasado sábado cuando se lanzaba por una tirolina de la zona del Parque del Agua de la capital aragonesa.
La víctima permanece ingresada desde entonces en la unidad de cuidados intensivos del Hospital Clínico Lozano Blesa. Según fuentes conocedoras del caso, la caída y el golpe consiguiente le provocaron graves daños en el hígado y en el corazón, con la rotura de una aurícula. 
El herido fue intervenido de urgencia por neurocirujanos del citado centro médico, donde ahora se recupera.
El Parque del Agua se ha convertido en una de las principales zonas verdes de la capital aragonesa y, sobre todo los fines de semana, reúne a numeroso público."
La impresión es que el periódico quiso dar con un mínimo de resalte tipográfico una noticia para la que no se tenían más que unos datos muy básicos y no le importó hincharla con esta penosa redacción. Al día siguiente apareció un texto ya trabajado que explicaba las circunstancias del accidente, que en el caso de una atracción abierta al público tienen importancia central. ¿Qué valor aportaba el primer texto?

¿Hasta que punto la primicia es un valor por si misma?
El deseo de cualquier periodista es lograr exclusivas, sacar a la luz historias que de otro modo no serían conocidas, o no en ese momento (pensemos en un proyecto gubernamental pensado para hacerse público meses más adelante); pero se da el mismo reconocimiento a ser el primero en divulgar informaciones anunciadas para muy poco tiempo después y sin aportar otros valores. Por ejemplo, adelantarse unas horas, todo lo más, en dar el fallo de una sentencia judicial. ¿No se sobrevalora la importancia de ser el primero?
En un caso famoso, el premio Ortega y Gasset de Periodismo de 1989 fue para María José Sáez, por adelantarse en la noticia de que la vuelta a casa del industrial Emiliano Revilla, tras más de siete meses de secuestro por la banda terrorista ETA. Sáez había trabajado como becaria de verano en la agencia EFE y durante noches montó guardia, junto a becarios de otros medios, ante la casa del empresario, ya que se esperaba su liberación tras el pago de un rescate; después, ya sin relación laboral, continuó haciendo la misma labor por su cuenta y en la madrugada del 30 de octubre vio como Revilla iba hacia su casa y lo contó en la agencia.
Merece la pena leer la historia completa de esa noche y cómo impulsó la carrera de la periodista; pero sin querer quitar mérito a su labor, es indudable que la noticia que contó Sáez habría sido contada igual pocas horas más tarde por la Policía. Fue un excelente trabajo, pero cuesta creer que ese año no hubiera una labor de investigación, de análisis, de reporterismo que no sumará más méritos que saber a las tres, lo que se habría sabido a las ocho. A no ser, claro, que este premio quisiera transmitir a los jóvenes periodistas que el camino para triunfar es hacer muchas horas sin cobrar y buscar más el interés humano que cuestionamientos profundos. Pero eso es otra historia.

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