En octubre de 2013 The New York Times publicó una sorpendente fe de errores: corrigió un apellido mal escrito, 136 años después de haber publicado la noticia. ¿Fue una exageración? Quizá no hay que llegar a esos extremos, pero sobre todo fue una muestra de que a este periódico le preocupa el rigor de sus informaciones (y de paso una estupenda publicidad); un ejemplo de la exactitud a la que debería aspirar el periodismo, pese a los ejemplos diarios de que los medios son fuente de erratas, fallos de diversa gravedad y falta de reconocimiento del error.
Y sí, en cualquier actividad humana son inevitables los fallos, y más si se pueden alegar justificaciones como las prisas, por lo que son muchas las preguntas sobre cómo evitar los errores en las noticias o hasta qué punto son aceptables. Aunque al menos se pueden aceptar cinco reglas básicas sobre los errores en la información.