El atentado terrorista contra la revista Charlie Hebdo ha suscitado toda una reacción en cadena en el debate sobre los límites en el derecho a la libertad de expresión. Es cierto que se trata de un tema siempre conflictivo, pero en esta ocasión el asesinato de los humoristas no solo ha dado lugar a ver publicadas opiniones de toda índole (en el extremo el papa Francisco justificando la violencia de quien se siente ofendido), sino que en el terreno de los hechos ha dado lugar a sucesos tan paradójicos como que Arabia Saudí mostrara su repulsa a las muertes mientras condenaba a un bloguero a mil latigazos por críticar a sus autoridades religiosas o que Francia acompañara las declaraciones defendiendo la actuación de los dibujantes con la detención de un cómico por antisemitismo.
Por su simbolismo y sus repercusiones, este trágico suceso ilumina varias ideas importantes sobre la libertad de información y la comunicación, comenzando por el error de llamar a los asesinados periodistas. Estos son los principios que considero claves.