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Nadie duda de que en una noticia no tienen cabida las opiniones y acciones del periodista que la firma; pero si vamos a géneros en los que la información pura se completa con elementos valorativos y de estilo literario no es difícil encontrar reporteros que se asoman a sus textos para contar toda suerte de datos sobre ellos mismos que no aportan información ni color al tema tratado: su emoción ante la presencia del entrevistado, lo mal que lo han pasado en el aeropuerto, sus gustos gastronómicos… Una práctica, para mí, totalmente injustificada.
Destaco este tema por la reciente lectura de la crónica que Jacinto Antón dedicó en El País al Salón Internacional del Comic de Barcelona, en donde encuentro este vicio llevado al extremo y que por ello traigo aquí como ejemplo. Es un texto largo, más de 2.200 palabras, que recoge por extenso la programación del salón y las declaraciones de su director, Carles Santamaría; pero en el que Jacinto Antón aparece repetidamente como personaje para hacernos partícipes de detalles como estos:
…apenas puedo esperar a subir al pescante de la diligencia [un elemento decorativo del salón] y hacer de Ringo Kidd en la medida de mis posibilidades (¡temblad chiricahuas!), ¡qué puntazo! …
Le sugiero a Santamaría, en lo que pueda valer la sugerencia, que hagan algo de aviones.
Hasta siete intervenciones similares, en 21 párrafos, que tratan no del Salón del Comic de Barcelona, sino de don Jacinto Antón. ¿De veras este es el mejor sistema para transmitir al lector el interés por este evento? Sinceramente, creo que no; que por el contrario, este tipo de presencia exhibicionista del autor retrae al lector.
Afortunadamente, mi opinión está respaldada por voces mucho más autorizadas; como la de Alberto Salcedo, reconocido maestro de periodistas por crónicas como estas. Copio mis notas de un taller con él al que asistí (y al que prometo volver en algún próximo post): “La presencia del autor solo cuando es justificada; cuando sirve para dar credibilidad a la historia justificando cómo se ha sabido un dato”.
O como decía mi profesor de redacción en la facultad: “Cómo has llegado a una entrevista importa solo si ha sido en el maletero de un coche”.
