El gráfico que ilustra este post circuló ampliamente por las redes sociales tras las últimas elecciones en Venezuela. La presentación gráfica que hizo la televisión pública venezolana de los resultados es cómica de puro burda y un ejemplo de libro de propaganda disfrazada de información. Pero en España, semana tras semana, la prensa publica toda suerte de gráficos que no son informativos, como bien demuestra Josu Mezo en su imprescindible blog Malaprensa.
La presentación en forma de gráfico puede ser la forma óptima de transmitir una información numérica; sobre todo si se trata de comparar dos magnitudes relacionadas o la evolución de un indicador en el tiempo; pero requiere el mismo rigor o más que cualquier texto. Y en su lugar aparecen fórmulas erróneas, errores conceptuales, representaciones gráficas que distorsionan la realidad y toda suerte de fallos.
Un ejemplo es el siguiente gráfico de barras, con que El País ilustró la noticia Si la empresa quiebra, ¿a quién reclama el cliente?. Compara las empresas creadas y disueltas en España en los últimos años (que por cierto no deja de ser muy colateral al tema tratado en el artículo), pero claramente las dos barras no guardan la misma escala. Como muestra, la columna de sociedades creadas en 2008 es menos de cuatro veces más alta que la de disueltas, cuando la cifra es 6,5 veces mayor.
Una modalidad curiosa es también el gráfico absurdo, que no aporta nada más que llenar espacio, como éste, también de El País pero solo en la edición impresa, con varios datos de una empresa de coches eléctricos israelí. Aislados estos números dicen muy poco (¿es mucho 1.804 puntos de recarga?); pero, sobre todo su presentación no transmite información visual. Vemos un hombrecito por cada 10 empleados, un coche por cada 81,7 automóviles vendidos y otro símbolo por cada 9,5 puestos de baterías.
Ni son estos dos ejemplos casos especialmente graves ni es el propósito de este blog hacer un listado de malos gráficos; pero sí insistir en la necesidad de estudiar los gráficos con mirada crítica. Es fácil encontrarse con sorpresas porque los medios no dan la importancia a los gráficos que se merecen. No deja de ser significativo que en el libro de estilo de El País, la única referencia que aparece a ellos sea esta: “Los gráficos informativos deberán ser claros, y se sacrificarán las posibilidades artísticas en aras de una mayor facilidad de comprensión”.