22 febrero 2016

Comunicar en un verbo transitivo y otras reflexiones sobre periodismo de Muñoz Molina

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En 2013, el mismo año en el que ganó el premio Príncipe de Asturias de las Letras, el escritor Antonio Muñoz Molina publicó “Todo lo que era sólido” un ensayo en el que analizaba la historia de la democracia española para buscar las causas de la actual crisis del sistema; no la crisis económica (que desde luego está muy presente), sino la social, política y ética. Y entre sus reflexiones incide de forma especial en algunos de los males del periodismo, y más concretamente en su relación con la comunicación institucional.

El libro de Muñoz Molina es lúcido y agudo, además de bien escrito. Se le puede reprochar que sus críticas son demasiado globales, una enmienda a la totalidad que no tienen en cuenta que pueda haber razones en contra de su argumentación, al menos en algunos casos; pero sus acusaciones son contundentes y compartidas por muchos, por lo que merece la pena tenerlas en cuenta, empezando por la que me ha parecido más interesante y da título a esta entrada.




Sobre los gabinetes de comunicación institucionales
"Querían (los políticos) salir en el periódico y escenificar inauguraciones fastuosas en vísperas de alguna campaña electoral. Lo importante era comunicar bien. Que un verbo hasta entonces transitivo se convierta en intransitivo es un indicio gramatical de la trapacería que ocultaba".
Sin duda, comunicar requiere un qué, tanto como un emisor y un destinatario, y el autor tiene toda la razón en criticar que la comunicación se convierta en propaganda hueca. Sin embargo, creo que es aquí donde su crítica es más grosera. Así dice:
"Desde muy pronto mostraron predilección por los simulacros... los eslóganes publicitarios, las campañas de imagen o esa entelequia que empezó a llamarse la comunicación. Donde antes había habido como máximo alguna oficina de prensa, ahora hubo gabinetes enteros de comunicación, lo cual sonaba mucho más moderno, y permitía nóminas más cuantiosas. Individuos dotados de saberes gaseosos y cualificaciones quiméricas obtenían subsidios millonarios con la finalidad de gestionar la administración de la nada, previamente envuelta en grandes castillos de palabras".
¿La comunicación es solo una entelequia y no sirve para nada más que defraudar dinero? Creo sinceramente que una de las obligaciones democráticas de cualquier institución es explicar su trabajo a los ciudadanos y los gabinetes de comunicación son la herramienta adecuada para ello, como complemento de los medios de información independientes. Pero, mal que nos pese, es una imagen extendida… gracias a tanta comunicación política que no respetaba el principio básico de "Haz y luego comunica".

Sobre el papel de los medios de información
Muñoz Molina resalta que los medios han colaborado en esta concepción de la comunicación que denuncia: "En otras épocas las cosas sucedían y en consecuencia se informaba sobre ellas. En la España alucinada de todos estos años la comunicación sobre las cosas ha sido mucho más importante que las cosas mismas, hasta el punto de que ya no se podía distinguir entre un hecho real y lo que se llamaba su impacto mediático. El hecho no era el motivo de ese impacto, sino su excusa. Y como multitud de cosas se hacían con el único fin de que se vieran reflejadas en los medios, cada vez fue creciendo más la desproporción entre los hechos y sus representaciones".
Son varias las frases que denuncian que los periodistas, en lugar de hacer su trabajo, se han limitado a actuar como voceros de intereses políticos, para concluir que "periodistas y políticos llevan demasiado tiempo en España enredados en un parasitismo mutuo".
"Lo casi inexistente en la realidad se agigantaba en el gran embuste de su reflejo informativo...los periódicos no se esforzaban por comprobar los pormenores de las informaciones que difundían, o en ocasiones no tenían escrúpulo en manipularlas en beneficio de sus intereses empresariales o de sus lealtades partidistas".
"No hay mejor crítica que la información fehaciente, y esa se ha vuelto todavía más rara. Una columna de opinión o una entrevista complaciente se hacen en poco tiempo y cuestan muy poco, y ocupan a bajo precio un buen espacio en el periódico"
"El dominio de los partidos políticos... es tan absoluto que son los partidos mismos los que imponen la información que se da sobre ellos, los pasajes exactos que transmitirán la televisión y la radio. De esa complicidad humillante son responsables los que la imponen, pero también los que la aceptan".

Sobre la “opinionitis”
Como un aspecto más de esta crítica, “Todo lo que era sólido” recalca lo que para mi es uno de los peores defectos de la información, el convertir cualquier suceso en una noticia de declaraciones: "La información no trataba de las cosas que sucedían, sino de lo que los políticos tenían que declarar sobre ellas y de lo que los opinadores opinaban sobre lo que los políticos habían declarado".
Un modo de informar en el que, como también dice el libro, el trabajo de los periodistas jóvenes es correr con el micrófono detrás de los líderes políticos, y el de los veteranos pontificar sobre las palabras grabadas. Suscribo la opinión de Eva Belmonte: si los políticos quieren hacer declaraciones que envíen una nota o paguen una página de publicidad.
¿Una nota de sus gabinetes, realizando así ese trabajo en lugar de los periodistas? Sin duda en ocasiones; pero, sobre todo, los técnicos de estos gabinetes deben contar los datos de que disponen sobre la cosa sucedida. Solo así, se puede salir de los males que denuncia Antonio Muñoz Molina.

(FLa imagen del post es un detalle de la portada del libro)

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